Todos los capítulos se componen de dos minihistorias con un desarrollo semejante y donde Moguro trata de embaucar a cada salaryman que cae en sus manos. ¿Es suficiente esto para enganchar a cualquier  espectador?
Definitivamente sí. La dinámica de la serie engancha,  principalmente porque nosotros nos convertimos en un pseudo-Moguro impaciente por ver cómo los distintos personajes sucumben a la  tentación. Todo ello, acompañado con diversas situaciones de humor, que  dibujan en el espectador esa risa amarga con la que tragar mejor la  moraleja de cada episodio.
Por si fuera poco, Moguro es  un personaje cuya sola presencia en escena ya capta tu atención. Ya sea  por su apariencia o porque conocemos la naturaleza que se esconde tras  esa sonrisa, causa humor y pavor a partes iguales. Junto a él, los  protagonistas de sus historias son auténticos héroes trágicos que se  dejan llevar por sus corazones insatisfechos.
